viernes, 17 de junio de 2011

El desenlace de TRIPLONTA (parte 2 de 2)

    ...La derrota se desdibujó en los rostros de los tres reyes, quienes vieron en primera línea las atrocidades, descalabros, mutilaciones y barbaridades  a los que habían sometido a sus pueblos respectivos, y todo por el ansia de ampliar su territorio. Los tres avergonzados y consternados por la apocalíptica guerra decidieron sellar el tratado de Belgart, un pacto que pusiera fin a la tropelía cometida  en el pasado y restableciera una época de fraternidad. Por ello, acordaron  erigir  una portentosa fortaleza acorazada en el campo de batalla, llamada Mausoleo de la Muerte, término acuñado para honrar las vidas malgastadas que yacían debajo de sus pilares.
         Una vez construida, la fortaleza estaba protegida por unas colosales y diamantinas murallas. En el interior de la misma, se alzaba una gran sala de reuniones, llamada la Sala de Necrómidas, donde se ubicó  una majestuosa mesa de mármol tallada con simbología ancestral. La mesa estaba custodiada por cuatro asientos suntuosos que encumbraban a los cuatro señores que la ocupaban. Era el centro neurálgico de las asambleas entre los diversos reino.  Allí, se mantuvieron discusiones acalorados por el devenir del futuro. Cada rey proponía su idea sobre como gobernar los reinos, pero ninguno de ellos convencía a los otros. Entonces, llegaron a un nuevo acuerdo, elegirían a un soberano que estuviera por encima de los gobernantes de cada reino para procurar la paz y armonía entre los reinos. El poseedor de dicho nombramiento sería obsequiado con unos objetos místicos, los Fragmentos de Necrómidas, llamado así, en honor  al elfo encargado de forjar los tres elementos que crearían un vínculo para dotar al portador con unos poderes inimaginables, con el fin de neutralizar la sublevación de algún reino.
          Cuando los fragmentos fueron forjados, se realizó un encantamiento ancestral, otorgándoles la esencia mágica y la energía de cada especie del planeta. Para que el sortilegio tuviera efecto debían unirse los tres fragmentos sobre la mesa. Este trió de  objetos mágicos lo integraba, un cetro con forma de tridente, bastón mágico que permitía canalizar la energía del ambiente; un escudo infranqueable, que creaba una barrera protectora que se podía extender a largas distancia; y por último, su túnica, con la propiedad de desplazarse a grandes distancias  y ocultarse de sus atacantes.
         El tratado fue un logro, durante varios reinados la tranquilidad y la cordialidad imperaba en el planeta. El sistema elegido parecía ser perfecto, pero sólo lo parecía. No siempre se conseguía lo que se esperaba. Una elección infortunada acaeció en la persona de un ser quebrantable y manipulable. El cúmulo de poder que ostentaba lo hizo cegarse y sucumbir en la oscuridad de las tinieblas. Ávido de poder, sembró el pánico por todos los sitios, cometiendo atrocidades con todas las criaturas con las que se encontraba en su camino. Sometió, atemorizando con la muerte, a varias especies bajo su orden y mando. Utilizó el Mausoleo de la Muerte con otros fines que no fueron el de honrar a todos los muertos presentes de sus fosas. Realizó una fortificación de tal manera que fuera infranqueable, apostando centinelas por doquier. A medida que pasaba el tiempo iba extendiendo sus dominios más allá. Se le comenzó apodar el Ominoso, por sus hazañas oscuras y malvadas.
           Comenzó una guerra escabrosa  entre todas las civilizaciones de nuevo, culpándose mutuamente de la elección llevada a cabo. Los tres reyes intentaron acabar con él por separado para intentar hacerse con los fragmentos que le dieran el poder absoluto y poder dominar el mundo, pero se dieron cuenta que era imposible, sus fuerzas no se podían equiparar con la de los fragmentos. Y en vez de mermar su poder lo que hacían era debilitarse ellos mismo.
           Ante estos hechos, los reyes reflexionaron y tomaron la decisión de aparcar sus rencillas con los otros reinos. Entonces, se llevó a cabo una reunión secreta. Decidieron aliarse en pos de derrotar al señor  Ominoso. Y así sucedió, se libro una apocalíptica y sangrienta batalla, donde los tres reinos unieron fuerzas.
          El momento de la  batalla final comenzó, todos los ejércitos de los tres reinos comenzaron asediar el Mausoleo. Dejaron incomunicados el aire que lo controlaban los dragones y vampiros, y por tierra hordas de quimeras y ogros bloqueaban todas las vías de entrada y salida del reino. Los hechiceros comenzaron levantando selváticos bosques alrededor de los muros con el fin de hacerlos caer, pero eran demasiado resistentes, parecían protegidos por una fuerza superior. Grandes maquinarias pesadas hicieron su aparición golpeando las colosales murallas sin piedad, los golpes retumbaban en todo el reino. Posteriormente, con la ayuda de fuertes y grandes ogros consiguieron hacerle un gran brecha. Al fin, los muros cedieron ante el asombro de los allí presentes que vislumbraron como se elevaba una fortaleza en su interior rodeada de un profundo y extenso foso. Se podía advertir una sensación de intranquilidad latente en el paisaje que se dibujaba frente a ellos.
           Todo parecía ir demasiado bien. Comenzaron a construir enorme puentes que permitiera el paso de las unidades. Se escuchaba por todos lados los martillos, el caminar de las bestias y el sonido del trasiego del faenar. Una neblina se empezó a extender por todos lados amortiguando el ruido. Se dieron cuenta que un silencio impropio de una batalla se cernía sobre ellos. Los dragones realizaban vuelos de exploración por encima de la fortaleza, pero la niebla era demasiado densa no los dejaba ver nada, se temían lo peor.
            De repente, sus puentes casi terminados y el suelo comenzaron a temblar, un sonido que parecía procedente de ultratumba comenzó hacerse eco en todos los rincones del campo de batalla. Se oyeron unos fuertes  y estremecedores alaridos. Unos grandes y espeluznantes  tentáculos con ventosas inmensas habían salidode disparados de las aguas calmadas y estaban irrumpiendo en las filas de las tropas organizadas, que los recibieron sobrecogidos. Grandes cabezas con dientes y pinzas hacían aparición en las extremidades sin fin de los tentáculos, sembrando el terror en las filas más cercanas. Una nube de enorme  aves con garras y colmillos afilados surgió  de la niebla, descuartizando a los que se ponían en su camino. Cuando se pensaba que no se podía poner más turbio el asunto, una horda de orcos bien formados  hizo su salida por unas puertas enorme, apuntando con sus flechas y jabalinas  hacia las quimeras y los ogros. Todo se tornó de negro. Ríos de sangre descendían de la colina. El escenario empezó a tiznarse de color carmín, multitud de cuerpos yacían en el suelo, mutilaciones, etc.
         En todo este galimatías de bestias luchando, la batalla se centró en los señores más poderosos del mundo, los tres reyes, quienes se unieron para destruir al señor oscuro, que asestaba golpes mortales a diestro y siniestro sin suponerle ningún esfuerzo. Los tres comenzaron una guerra individual contra él. Su fuerza era descomunal y uno solo por muy rey que fuera no podría vencerlo, pero ellos se afanaban con todas sus artes en acabar con la bestia que habían creado. Ninguno de ellos descansaba y se dejaban hasta su último aliento luchando, pero era imposible. Los tres reyes yacían en el suelo casi sin fuerzas. El ominoso se dirigió hacia uno de ellos para rematarlo, pero de repente el Hechicero lanzó un escudo protector al Elfo que le salvó de la descarga del tenebroso. Este enfurecido, fue a asestar su último golpe al mago, quien casi si fuerza no hizo nada para protegerse. Ominoso elevó su tridente cuando topo con algo, el Elfo y el Vampiro lo habían detenido. Mientras tanto, el mago aprovecho para conjurarle un hechizo y lanzárselo a su cuerpo desprotegido. Este acierto supuso el desarme total del señor oscuro, el cual salió despedido. En ese instante de tiempo el Vampiro se lanzo sobre él y extrajo en un pestañeo toda la sangre de su oponente, que palideció de manera mortal. Entonces una onda fulminante salió del cuerpo del Ominoso, un frente de viento hizo que todo el campo de batalla saliera despedido, seguido de un silencio incierto que volvió a reinar en el ambiente. La batalla había terminado. El Oscuro señor había sido derrotado.
           En la proclamación de la victoria, se selló un pacto honorífico entre los reinos que rezaba que nunca se volvería a reunir las Reliquias de Necrómidas, para ello se iban a dividir una por reino. Y así fue, terminada la ceremonia cada reino se dispuso a marcharse a su territorio. Los tres reyes llevaban cada uno un fragmento de Necromidas. Todo el mundo regresaba de nuevo a su hogar cuando sin previo aviso la tierra comenzó a temblar de manera escalofriante. El suelo que pisaban comenzó  a ceder. Algo malo se cernía sobre ellos y pronto descubrieron que la isla donde se encontraban, el Reino de las Deidades, empezaba a sumergirse en el mar. Todos huyeron despavoridos y veloces. Cuando se habían puesto a salvo, se dieron la vuelta y retrocedieron al ver lo que ocurría, quedándose atónitos al ver como El Mausoleo de la Muerte, parcialmente derruido estaba desapareciendo.

miércoles, 15 de junio de 2011

TRIPLONTA (parte 1 de 2)


TRiplonta
En los albores de la Primera Era, se cuenta una leyenda de un mundo emergido de las abisales aguas del planeta Triplonta. Formado por tres reinos inmensos unidos entre sí por una única isla mucho más pequeño, llamada Reino de las Deidades. En cada reino,diferentes seres ocupaban sus tierras.
El reino del Norte estaba dirigido por  Blodtus, un vampiro pérfido de semblante pétreo y níveo, capaz de congelar el corazón de sus víctimas con la mirada y disecarlo en cuestión de segundos. Ahsram, conocido como el Hechicero, ocupaba el trono del reino de Oriente.  Defensor de la magia y de los seres que habitaban las tierras más adversas,  tenía el poder de controlar la vegetación de su entorno a través de sortilegios. El Reino de Occidente, estaba ocupado por un Elfo de Fuego, que se establecía como dios de su pueblo.  Contaba con el apoyo de grandes y legendarios dragones que protegían sus ciudadelas. Podía manipularlos a voluntad propia  y ver a través de sus ojos mediante un vínculo de fuego fatuo.
       Muchas fueron las batallas cruentas que se libraron a lo largo de la historia. Las desavenencias de unos reinos y otros iniciaron la lucha. Los vampiros con la necesidad de saciar su sed de sangre, realizaban cacerías furtivas de otros seres fuera de su reino. Este hecho enarboló el odio de los hechiceros a los chupasangres lo que provocó una guerra entre ellos.  Los humanos realizaron una ofensiva a su fortaleza en el reino del Norte. Contaron con la ayuda de un ejército de magos y brujas, de inmensos sortilegios que controlaban la vegetación y  que propiciaban la crecida repentina de frondosos y tupidos bosques que resquebrajaran la rocosa muralla. Maquinaria pesada ayudaba también a sacudir los pilares del castillo.
      A los vampiros no les atemorizaba el titubeo de sus propias murallas. Los esperaban haciendo guardia dentro del castillo donde estaba preparado un ejército de enfurecidas y hambrientas quimeras de envergaduras colosales, seres con tres cabezas de dragón y una  fornida cola, capaz de aplastar un ejército entero de un coletazo. La batalla se cobro una multitud cuantiosa de muertes y mutilaciones. La guerra acabó varios años después con la retirada de Ahsram a su reino, tras largas y estoicas contraofensivas de los vampiros, quienes tuvieron que cesar en sus ataques.
        Hubo una gran batalla que fue la más sanguinaria y catastrófica de todos los tiempos. Se debió al hecho de que los tres reinos querían incluir el reino Central a sus posesiones. La batalla contó con cantidades ingentes de seres vivos que perecieron. En un lado se encontraban los hechiceros, que erigieron en cuestión de muy poco tiempo una fortaleza formada por una selva impenetrable. Un ejército de hechiceros dispuestos a dar su vida por su reino, y un sinfín  de tenebrosas máquinas que permitían lanzar pesada rocas. En el otro lado, en el aire, se apostaba una división de dragones enormes con sus alas desplegadas que creaban una oscuridad casi absoluta por donde pasaban, montados por una infinidad de Elfos que aferraban con fuerza sus armas. En la tierra tenían una avanzadilla de enorme ogros dispuestos a machacar cualquier cosa. En la parte norte se podía divisar una patrulla de quimeras, dispuestos abrasar y a mutilar todo lo que se le pusiera por delante. Volando iba un enjambre de enorme vampiros que emitían un ruido atronador a su paso.
     La batalla comenzó con el paso agigantado de las quimeras, que iban acompañados por un temblor de tierra que hacía estremecerse todos los corazones de los allí presentes. Los dragones emprendieron la marcha dejándose caer encima de las quimeras para detener su paso. Grandes rocas incendiarias se abalanzaron sobre los dragones que intentaban esquivarlas. Los hechiceros trazaron una cúpula protectora alrededor de ellos, mientras desfilaban por las puertas de su fortaleza centenares de magos y brujas. Los vampiros trataron de resquebrajar la cúpula emitiendo sonidos histriónicos que se oyeron en todo el campo de batalla. Los ogros aplastaban con sus mazas a los magos quienes les bombardeaban con miles de hechizos, pero parecían no afectarles. Y así transcurrió la más famosa de las batallas, donde murieron miles y miles de criaturas.
Continuará....